lunes, 2 de noviembre de 2020

TINTAL

 


TINTAL

 

I

 

Dejo que el golpe resuene,

que la tristeza resuene,

que el miedo resuene

le doy lugar en mí

soy su pasaje.

 

II

 

Rendirse también es una forma de la valentía.

 

III

 

Me rindo y caigo

como por primera vez

dejo mi cuerpo expuesto a las olas

del mundo raro

soy su paisaje.


2020

jueves, 17 de septiembre de 2020

 Y ENTONCES VOLVIÓ LA LUZ


Y entonces volvió la luz

los objetos habían guardado silencio

para que mi pena no los destruya a su paso

y ahora, despabilados por mi risa,

desplegaban sus colores y sus formas

jocosos arlequines dispuestos

a seguirme el juego.

Entonces volvió la luz

no sé si fue el amarilleo del cielo de las seis treinta

o ese pasaje de lectura que me encendió la boca 

o la comunión del mate y mis alpargatas yendo viniendo

pero volvió la luz

tranquila, sin piruetas, sin toctoc

volvió y me desparramó la vida encima

fue como si nunca se hubiera ido.

jueves, 2 de julio de 2020

LLAVES DE PAPEL






INVASIÓN


Las tropas habían entrado. Sujeté a mi hija en brazos.
En el reflejo del espejo vi la mueca de dios.
Tragué saliva y cerré la ventana.



HUIDA

El carruaje subía y la lluvia bajaba en forma de serpientes por las ventanas.
A mi lado se encontraba la princesa, asustada y de cara al cristal con la mirada perdida.
Los soldados podían alcanzarnos en cualquier momento. Yo jugaba con un monedero que me había regalado S.
Antes de que nos encontraran pude ver un ciervo escabullirse por el bosque, detrás de mi ángel guardián.




EDUCACIÓN

Sentado en la falda de una señora mayor que no era mi abuela y creía serlo.
Vomité un vestido violeta y la garganta se me agrietó. Mi curiosidad era una caverna repleta de murciélagos.
La señora no me miraba, se reía como una idiota. La apuñalé con su paraguas.
Mientras moría, ensangrentada, se reía.
Me vestí de violeta y bebí la sangre como un gatito hambriento.


SUEÑO

Tenía veinte años y el pelo negro y largo hasta los pies.
Mi piel era una rebanada de papel, mis ojos cruces azules.
Escribía en una máquina de escribir rosa, sentado en un puente, todos los sábados a la mañana.
Una noche veía a lo lejos, en lo hondo del mar, ahogarse a una estrella.
Desde ese día frecuentaba los relojes, mis ojos eran círculos y decidía escribir únicamente sobre papel dorado.



INVIERNO

El frío me pintaba las muñecas y la frente de gris azulado, me retorcía las venas con su mercurio.
El cielo era una herida inmensa sobre nosotros, sangrante de topacios.
Todo parecía hecho de tempera mojada, la piel nos brillaba como una tiza extraña.
El tiempo se movía como las corrientes de un río turbio.


JORNADA

Me despierto hecho un epistolario de fantasmas.
El café me traga en su negra pupila, soy un velero perdido naufragando en la cafeína.
No soy ciudadano ilustre de mi cuerpo, me rechaza como se rechaza un beso.
El corazón es una maraña de gritos, el humor una serpiente de cascabel.
Dedico el día entero a lavar mi melena con semifusas violetas.


ABANDONO

Caminaba sediento por el sendero rumbo a la fuente y escuché su voz llamándome.
Comenzaba a nevar, el cielo estaba envenenado de turquesa. La voz se volvía a cada paso más lejana y más antigua.
En cuánto llegué a la fuente me di vuelta.
Desde lejos parecía un cuervo y la nieve la iba enterrando cruda con una ternura bestial.


ACUARELA

Un lunes cualquiera me levanto de la cama, camino hasta el espejo, y me encuentro tristemente azul. Un azul intenso, de cielo sobre desierto.
El día transcurre lento como un velorio veraniego.
Camino azul por las callecitas de mi pueblo. Azul hasta el centro y azul hasta mi casa.
A la noche me destiño en mi cama, empapando de celeste las sábanas blancas.


De Llaves de papel, inédito, 2007-2011

lunes, 27 de abril de 2020

LOS CUERPOS EN LA NOUVELLE VAGUE


Todo el cuerpo hacia qué
Idea Vilariño

Todo el cuerpo hacia qué lamenta Idea en uno de sus primeros poemas.
Si la tristeza es también esa disminución de las potencias del cuerpo (Deleuze y lxs poetas de todos los tiempos), esa caída en desgracia, ese herrumbrarse las partes; entonces una revolución, necesariamente vital, alegre (Jauretche y lxs revolucionarixs de todos los tiempos) despliega la potencialidad pura de los cuerpos implicados.
La Francia del 60’ es una maqueta europea de lo revolucionario; un corredor de luces y sombras, de cafetines cargados de jóvenes con cigarros fundidos a las manos y Beauvoirs y Sartres profetizando desde las ventanas, con los restos ardientes de Bataille[1] de Rimbaud, de Artaud y la champagnada subversiva del mayo ’68 con la abanderada y payasesca caripela de Cohn-Bendit de contraplano al burlesco de un De Gaulle acuervado en cadena nacional.
Mientras –y porque- se imprime esta década explosiva, en el cine francés una nueva ola sacude la llanura de una producción avocada casi en su totalidad al ‘cinema de calidad’. Películas cuyo fuerte era la adaptación de obras literarias francesas a la gran pantalla con montajes austeros y el acento en el decir de los actores y las actrices y en los textos de los guionistas. La nueva ola busca extremar la potencia del cinematógrafo (eso es Bresson) para sacudir el hojaldre delicado de las décadas pasadas.
Y esto se ve fuertemente en los cuerpos, en las corporalidades desplegadas en ese memorial que es el cine, en Godard, Truffaut, Rivette, Resnais, la Varda.
Los cuerpos entran de otra manera en la pantalla; son sombras del amor y de la muerte con una voz que atraviesa los poros y que apaisaja por igual la piel del amante y la ciudad destrozada (Hiroshima mon amour), son una corrida infinita de un cuerpo entero de niño hacia el mar que hará llorar a Favio (Los 400 golpes), son el estrepito jazzístico del andar de un Belmondo y el aniñado-paródico andar de una Karina (Pierrot le Fou).

*

Ante el regionalismo francés, unívoco: el pastiche yanqui, paródico.
Ante un cine transparente, lineal: un cine manchado, yuxtapuesto.
Ante la mirada aparte, dramática: la mirada a cámara, lúdica.
Ante el cuerpo declamativo, sentado: el cuerpo deportivo, corriendo.

*

Son esos cuerpos antiemblema que se regocijan o se aburren pero que siempre están corridos de la codificación normalizadora. Que proponen otros usos del espacio (el café como pista de baile, el automóvil como mesa de café, la cama como ring de boxeo, la calle como la cama) y otros usos del tiempo (detenciones repentinas o súbitos levantarse de la silla y huir fuera del plano, enmudecimientos que se solapan con una música invasora o un llorar a ¾ de emoción y detenerse para encender un cigarrillo).
Lo liberador del cine sesentoso francés no es sólo su faceta más políticamente explicita sino la pedagogía de esos cuerpos abiertos a la deriva citadina que kinestesicamente nos dejan el cuerpo cargado de yire, de afán, de estrepito urbano.
Es cierto también que, años más tarde, podemos leer los cuerpos posteriores de la cinematografía francesa y mundial; los cuerpos lánguidos, sumidos, detenidos en un mirar sin rumbo; como la resaca de todo este caudal de cuerpo nouvelle-vagueoso que aún en su contraproductividad (no trabajan, ‘pierden el tiempo’), no dejan de moverse y de decir “oh soy joven oh soy ágil”. Podría arriesgar que las camadas de cuerpos demorados, alicaídos, que vendrán posteriormente; le contestan de algún modo a esa eferversencia sesentista que no bastó con la energía y la imaginación al poder para dar vuelta la partida del mundo. Ver por ejemplo los cuerpos taciturnos de ‘D’est’ de Chantal Akerman.
¿Qué puede un cuerpo? y ¿cómo se muestra el poder de un cuerpo sin recaer en lo hegemónico, sin anular las posibilidades de los otros?  Peligro, ya que el cine (Aumont dice) es ante todo ostentación. Es un acto de exhibición, de muestra y una inyección de deseo (o cómo terminar una película de la NV sin querer fumar).
Preguntas que estas 1000 palabras, en un gesto propio del tema que aborda, dejará de lado, dejará velado, dejará.

*

O también:

Los cuerpos de la nouvelle vague deambulan la ciudad en yire deseante.
Saltan de los automóviles, de los colectivos, de las bicicletas, de las ventanas.
Caen de pie, gatunamente.
Si se lastiman, se ríen de esa hilacha roja que les asoma. Se manchan por molestarse.
Las chicas juegan a ser mujeres, a ser actrices de cine, y fuman como si sólo se tratara de eso.
Los chicos juegan a ser hombres, a ser actores de cine, y fuman como si sólo se tratara de eso.
Andan así. En la juega.
Deliran. Derivan.
Arremeten una corrida escaleras abajo con un ritmo de batería free jazz o subitan un repentino congelamiento de estatua de parque.
La ciudad es un libreto de farsa para los cuerpos de la nouvelle vague. Para su flaneurismo de rockola.
Hacen noche al día. Lo dan vuelta y lo hacen girar.
Toman a los automóviles sin ningún respeto, son transiciones espaciales, lo importante es que los lentes hagan alianza con el descapotable para jugar a la postal norteamericana. Para par odiarla.
Toman el dinero como a un souvenir, una golosina. Afanan con goce angélico y los besos se dan como estampillas o como arrojando agua de un jarro al río.
Los cuerpos de la nouvelle vague son la                      Ola                 y


ROMPEN

                     de frente
                                                                             al Ojo impúdico de la cámara

con el gatillo
                       de su

                                                    Mi
                                                                   Ra
                                                                                          da !

Texto publicado originalmente en la revista El ojo y la navaja #2 
de la Plataforma de Teatro Performático 
             









[1] La muerte se asocia a las lágrimas, del mismo modo que en ocasiones el deseo sexual se asocia a la risa; pero la risa no es, en la medida en que parece serlo, lo opuesto a las lágrimas: tanto el objeto de la risa como el de las lágrimas se relacionan siempre con un tipo de violencia que interrumpe el curso regular, el curso habitual de las cosas.

jueves, 9 de abril de 2020

POEMA VIEJO

UNA CABALGATA A FONDO

Una cabalgata a fondo 
a bordo del frío invernal medieval 
hasta la más minúscula porción de alma
salto al vacío 
desde los candelabros desde las montañas
hasta donde se pueda caer
descargando a borde el fuego
y sus intrincadas madrigueras
aunque no quede jardín
prenderemos fuego los restos.
Nos encontraremos en tantas otras vidas que
me mareo de pensarlo no puedo asimilarte como algo particular
en la medida en que este cielo no me pertenece
y este suelo resbala bajo mis pies
por mi espina dorsal siento el helado
golpe eléctrico del crecimiento la
urgencia de este cuerpo por llegar al límite del goce
del roce de la entidad
de la no entidad íntima anterior
no ir a por el concepto sino en la medida
en que el concepto se hace carne en mí
saltando entonces, saltando
de baldosa en rama
de hueso en verso
de caída en caída.

jueves, 2 de abril de 2020

¡AY QUÉ GANAS DE BESAR!


¡Ay qué ganas de besar
que me dieron súbitas con la media tarde
así, como quien dice “ya son las cuatro”!
Ganas de repartir besos a mansalva
a esa chica de los dientes truncos por morderlos
(¿o fue una caída de banco de algarrobo?
¿o una pelea?) y su cuello angosto que de un tarascón
pondría en mi boca como a un gatito bebé
y a ese muchacho que ahora pasa por al frente del edificio
con los auriculares puestos y un yorcito fuera de estación
que le sienta tan bien a sus gambas morenas
y a esa panadera que me atiende y me sonríe pero siempre
me esquiva los ojos brujos cuando la voy a saludar para molestarme
y le hace dos nudos sentidos al moño con el que cierra la porción
de torta que morderé pensando en su boca rosada
¡Qué ganas de besar, besar con toda la boca, con la nariz, con los ojos
entrecerrados de viva risa de goce soleadito
qué ganas de estampar besos a troche y moche!
A esa torta hermosa que nunca jamás me va a dar bola
pero que igual rociaría de besos de cachorro fabulado
a Pedro con su belleza que es un barco zarpando cada vez que lo cruzo
en las vueltas secas del celular mambeado
a Renata con sus andadas de alpargata y sus lentes grandotes
y el brillo de la manteca de cacao en la boca siempre un poco abierta
a la Librita con su manera tan rica y descuidada de andar mostrando
aleros de saliva cuando ríe
a aquel que no nombro por no molestarlo
pero que cuando tengo enfrente le siento crecer una boca muda en la espalda
Y qué ganas pero qué capricho
que antojada de besar sí
a los colegiales bajando de los colectivos
y las profesoras juntando los apuntes
y los barrenderos juntando la mugre
y a esa piba que pasa en bicicleta cantando con la boca llena de viento
y a esa prima perdida con la que nos dimos un pico a la sombra del sauce
¡Pero qué ganas de besar qué manera
de entender que para eso tengo boca
y qué ligera
manera de besar decir esto
qué consuelo
decirlo como besando
decirlo con esmero
soplo a soplo
a beso entero!

viernes, 27 de marzo de 2020

RETRATO DE OLMEDO Y TITA


Son 2 pendejos
2 pendejas
ahí conversando
acodadas al balcón como a la proa de un barco
bajo la noche ardida de la lagartona
quiero decir, Guayaquil
una es una Oscar Wilde aindiada
lleva en su melena atada un aire gitano
y lo lleva también en las manos
y en la forma en que fuma
sacandole filo al fuego como una diosa rabiosa
elegante
es un poeta tremebundo
y aunque lo sabe no lo ofende
su lucidez a cuestas
el otro es un vándalo bondadoso
un mick jagger de aguacate y piña
un enfant terrible sin huevadas
rebelde con causa y maña
su conversa le hace dar vueltas al mundo
frasea sobre la ciudad y es también poeta
en la boca lleva un fuego juguetón
y en la sonrisa un cielo
entre triste y enamorado
en esa dirección
correcta
los 2 se están ahora de espaldas a mí
las veo conversar
agitar sus 20 años en la parla mágica
sobre esta ciudad también mágica
escribo
para que lo sepan
es decir
porque las quiero
y además son 2 pendejas fabulosas
y son el fuego.



-Guayaquil, enero 2020-