lunes, 10 de abril de 2017

¿YUTA PUTA?




¿YUTA PUTA, FUCK POLICE?


"Vamo a portarno mal
Vamo a portarno mal
Vamo a portarno mal"
Calle 13, Vamos a portarnos mal

"Y si señor!
Vamos a llenar de ratis el paredón"
Canto popular de las marchas

Primero que nada, no soy el indicado para hablar. Lo que desarrollo conceptualmente, lo que pienso, no lo banco con el cuerpo en actos concretos y me indigna esa incoherencia.
Sin embargo, frente a un terreno donde esta incoherencia es de una magnitud espantosa, donde todxs gastamos la libido en publicaciones de facebook en lugar de construir a partir de esa energía en el terreno de lo complejo, de lo colectivo, me parece necesario arrimar un pequeño bochín en torno a las -aparentes- discusiones.
En un momento histórico de gran polarización y de creciente desolación me parece necesario señalar hacia adentro, en lugar de extender el brazo sólo hacia afuera.
Y creo que el desafío, para quienes podamos sobrellevarlo por tener las herramientas con qué solventarlo, es cuestionar el posicionamiento estratégico frente a lo interpersonal en los actos de lucha y arribar a planes que no sólo se constituyan en esos momentos culmínes del deseo transformador que son las marchas (gran colectividad pero efímera) sino también en caminos más complejos y de mayor alcance.
Pienso entonces en las construcciones discursivas que observo cotidianamente frente a esa institución tan tremenda que es la policía nacional. Lo que veo, retomando la línea de mi artículo sobre ciertas formas del feminismo, es una forma degradada de militancia que atenta contra una construcción real y que -sin ganas de riesgos ni frustraciones- se libera en una absoluta demonización.
Este no es un discurso de defensa de la policía pero si un llamado de atención al modo en que construimos discurso y actos frente a un aparato de poder que reprime, mata y desaparece. Que calla y otorga, que reparte. Pero que también detenta en su interior una gran de cantidad de sujetxs que en su gran mayoría provienen de los sectores más postergados.
Cuando veo memes como el que abre este artículo, cuando veo amigxs fingir arcadas cuando pasa un patrullero, cuando ante una situación de disparos unx amigx no quiere llamar a la policía, veo que es un terreno de discusión espinoso y urgente.
 Cuando escucho en mi ciudad, al sur de Argentina, a una banda de jóvenes raperos lanzar un estribillo que dice "Fuck police!" entiendo que el hecho de llamar a una complejización del problema no es gratuito. Sobre todo por el modo en qué, por ejemplo, este odio políticamente correcto (dentro de la incorrección) hacia el sector policial se cristaliza en una frase inglesa, ajena e importada, desde un sentido común de lo callejero/juvenil que poca mella tiene a la hora de dirimir poder.



¿COMPAÑEROS DE POBREZA?

Si hablamos de sujetxs de sectores postergados que forman parte de una institución que se dedica mayormente a perseguir y violentar esos mismos sectores ya partimos de una gran incoherencia. De aquí en más, hay sobrepoblación de discursos circundantes en torno a que la idea de llamar "trabajadores" a la policía es falaz.
Ahora, lo que yo me pregunto, y realmente me lo PREGUNTO, es qué posicionamiento tiene unx desde este sector privilegiado, intelectual, formado, sobrepsicoanalizado para describir y posicionar a esxs otrxs en un lugar de autoconciencia.
Voy de nuevo, ¿Qué herramientas tienen los pibes y pibas que ingresan a la policía como forma de generar un salario para sustentar su vida para poder concientizar el lugar que ocupan y el sentido político de sus actos?
Y la contrapregunta: ¿Qué herramientas acercamos nosotrxs que hemos tenido otra historia, que podemos pensar a la policía desde un lugar histórico, qué podemos ver su rol represivo como un acto antipopular, a esxs sujetxs?
Si las expresiones frente a la problemática son demonizar al Otro, construirlo en una totalización sin capacidad subjetiva, creo que estamxs fritxs. Si las expresiones son que "Yo abortaría por si SALE policía" no estamos midiendo el discurso qué enunciamos. No podemos ver qué la condición de policía es resultado de una serie de decisiones específicas y que no pueden reducirse a una sola cosa.
Cuando se habla de una sola cosa hay que estar en guardia. Agudizar la mirada para ver qué se escapa de ese discurso.
Y este no es un reclamo o una queja, sino un gesto en torno a intentar inaugurar otras discusiones para quienes consideramos que lo que sucede con la policía, en este país y en el mundo, tiene que terminar. Es poder hacernos cargo, quienes tengamos el tiempo y las herramientas, para ir hacia una transformación verdadera y no caer en una descarga pasajera.

POSDATA PARTICULAR

Este verano, de viaje por Ecuador, un 'chacho que conocí en el viaje me invitó muy afectuosamente a cenar a su casa. 
Cuando entré y vi cuadros militares se me enroscó el corazón. El padre era militar. Mi prejuicio (con claros fundamentos teniendo en cuenta nuestra historia) me latía en el cuerpo. Nos sentamos en la mesa y empezamos a conversar. A medida que entablábamos la conversación de a poco ese pulso se fue relajando. El "Milico" me hablaba de Chavez, de Kirchner y de Correa, del nuevo movimiento latinoamericano. De la construcción de hegemonía nacional. Dialogamos sobre lo tremendo de las políticas de Macri y sobre la represión.
Claro que esto es un caso particular y que la historia de las fuerzas militares en Ecuador es bien distinta a la nuestra pero no quita que el hecho de que empaquetar a las personas bajo un juicio determinado a priori desgasta las posibilidades de intercambio y, eventualmente, de transformación.
Si bien no me hacen ninguna gracia ni la Iglesia, ni las fuerzas militares ni las fuerzas policiales, tengo la capacidad de poder entender que son grandes complejidades que no se comportan de una única manera pese al caracter hegemónico que las vuelca hacia un costado siniestro y despota. 
Creo que hay curas tercermundistas aún día, que hay militares con ideales éticos y, probablemente, también policías con esos horizontes.
Sin compartir el modo de llevar adelante la transformación, la plataforma desde la cuál actuar, puedo imaginar que hay más de unx policía en las fuerzas que repudia los hechos vividos este último domingo 9 de abril, los anteriores y los que vendrán. Y creo que ningunear desde un lugar de superación, de no infección y de distancia radical no van a llevar a que esxs -probablemente- escasos sujetxs puedan batallar una hegemonía dentro de las fuerzas policiales.
Queramos o no, la policía es parte de nuestra sociedad. Podemos marginarla de las discusiones sociales o ver los modos de interpelarla, de redefinirla. 
Debajo de las atrocidades que cometen también hay potenciales compañerxs de transformaciones más dignas para la humanidad. Y lxs necesitamos.