domingo, 30 de diciembre de 2018

EXORCISMOS DE LA MASCULINIDAD

EXORCISMOS DE LA MASCULINIDAD
Hacia una amorosidad de lo austero
un elogio del fracaso, de la pérdida, de los vacíos
un aprendizaje de la vulnerabilidad
de la herida constante
de la ternura con que ahoga la lluvia a la tierra
del estrecho latigar de la ola sobre la piedra
de la entrega con que el árbol
se desarma ante el viento
o mis ojos
ante los tuyos

RECETARIO:
1
Usar polleras
no sólo porque nos quedan regias
sino también porque sensitivizan las piernas
esos roces de las telas
aprender las piernas
aprenderlas
por fuera de los yores de las mallas
los represivos chupines las simpáticas bombachas
dejarlas al rocío del roce
exponerlas al contacto brisero de una tela.
2
Al abrazar a un amigo, colgarse de ese abrazo
un minuto y medio
cerrar los ojos
soltar el aire en suspiros de hermandad.
3
Pedí que te besen el atrás
La nuca
ruca de los sueños
Los hombros
que aguantan los escombros
La espalda
de tierra a cielo ondulante espada
Las escapulas
los restos de antiguas alas
La regia columna, vertebra por
vertebra
allí todo el linaje demorado gotea
Las caderas
que guardan sabiduría de las aguas
Las nalgas
que nos recuerdan potrillos
El ano florido
con su espiral del origen
Y todo lo que alcance
el hocico amado
en esa cruz expansiva del sexo
luego
Los muslos
guerreros mudos en vigilia
y
las rodillas
santidades del andar y la caída
y las piernas todas
las piernas totémicas, totales
hasta los talones y las plantas
donde el camino nos graba su andar en suspenso
4
Aprender nuestro atrás
recordarlo
dejarlo amedrentar la dureza de las piernas
la mandíbula los nudillos
dejarlo azuzar su fuego
serpentear coxis atlas
y arrojarnos al juego
ardidos de agua
5
Gozar desde la boca
gozar la piel
gozar el solazo sobre la boca
desde la boca
rememarse ahí remorarse
remarse remocarse remolcarse
reamorarse
sol, agüita, brisa del domingo
en la entrecasa, en la piel, desde la boca
el mundo.
6
Llorar
llorar con todo el nombre, montar
el niño abandonado, pasearlo
por la entrecasa del domingo a puro lamento
llorar sin sosiego
solo
sobre el montón de ropa o colgado
del abrazo fabuloso de un amigo
de una amiga indispensable
saciar en el llanto la sed de salir
de vos
7
Cada tanto pelear como dos perros
dos leones
arrojarse al otro y trenzarse en lucha
piernaje delirado, revolcón
soltar la mala, la oscura
en festivo combate
dañarse apenas
con gusto
sacar los diablos fuera
hasta quedar exhaustos con todo
el cuerpo
despierto
a salvo."
De 'Exorcismos de la masculinidad', 2018
Fotos de Djadira Becerra

viernes, 21 de diciembre de 2018

ADENTRO



Adentro. Departamento tres ambientes. Una puerta cerrada desde hace años. Estufa encendida. Verano. El microondas suena tres minutos después de encendido. Un pequeño foco titila. Lo hace un par de veces. Ya no lo hace. Ya no. La ventana. Cortina barata rasgada. Algo en la ventana. Atardece. Ya de noche no se oye un alma. Remolinos de pelo se acercan a la puerta e intentan pasar por debajo. Llegar hasta el otro lado. Una puerta cerrada desde hace años. Timbre. Último mechón de pelo pasando por la bisagra. Bisagra podrida. Timbre. Timbre. Timbre. Son muchos departamentos en el interior de la pirámide. Si descuelga el auricular, le dirán: hola, ¿está Samuel? No, no, no vive acá. Perdón, me equivoqué. Timbre. Timbre. Hola, ¿está Samuel? No vive. Acá. ¿Hola? Timbre. Timbre. Timbre. La ventana. Algo sigue en la ventana. Titila la luz del microondas. ¿Samuel? Luis, ¿es usted? Algo queda en la ventana. El resto ya está adentro, llegó hasta la cama. ¿Pedimos comida? Timbre. Timbre. Silencio. ¿Se fue? Andá a mirar. Resto. Acá. Timbre. Se fue. Andá. ¿Pidieron comida? La pirámide está hueca en la punta. Nadie sale. Voy a dar una vuelta, le digo. Nadie sale, dice. Dice, voy a dejar los estudios universitarios. Podés hacer un curso. ¿Algo sigue en la ventana? Ya no. Dice que antes habría reído de una frase así. Silencio. Luz que titila. Llegar al otro lado. Llegar al otro. Samuel, pidamos comida. ¿Te fijaste en el microondas? No hay nada. El plato gira hasta que se detiene. La luz titila. Le doy comenzar otra vez. Suena el motorcito. Si suena es porque anda bien. Qué alivio. Vacío. El alivio del vacío. ¿Rocío? No, vacío. El roce del dedo en el botón. Alguien en la ventana. Algo entre nosotros. Un triángulo: la ventana, algo, nosotros. O nada. Voy a salir, a hacer a algún entrenamiento. ¿Vas a traer comida? No sé si vuelvo, le digo. El día que se encuentra una salida no se vuelve más. ¿Para qué? ¿Soy yo en la ventana? Andá a mirar. Puedo ser yo que me quedé afuera. Mirar afuera. Desde lejos. Desde la ventana. ¿Para qué? Ya. La luz titila. Timbre. Dice, voy a dejar. Voy a dejar los estudios universitarios.


Texto improvisado a cuatro manos 
con Emmanuel Milwaukee, primavera 2018
Fotografía cortesía de Julieta Marra