jueves, 2 de julio de 2020

LLAVES DE PAPEL






INVASIÓN


Las tropas habían entrado. Sujeté a mi hija en brazos.
En el reflejo del espejo vi la mueca de dios.
Tragué saliva y cerré la ventana.



HUIDA

El carruaje subía y la lluvia bajaba en forma de serpientes por las ventanas.
A mi lado se encontraba la princesa, asustada y de cara al cristal con la mirada perdida.
Los soldados podían alcanzarnos en cualquier momento. Yo jugaba con un monedero que me había regalado S.
Antes de que nos encontraran pude ver un ciervo escabullirse por el bosque, detrás de mi ángel guardián.




EDUCACIÓN

Sentado en la falda de una señora mayor que no era mi abuela y creía serlo.
Vomité un vestido violeta y la garganta se me agrietó. Mi curiosidad era una caverna repleta de murciélagos.
La señora no me miraba, se reía como una idiota. La apuñalé con su paraguas.
Mientras moría, ensangrentada, se reía.
Me vestí de violeta y bebí la sangre como un gatito hambriento.


SUEÑO

Tenía veinte años y el pelo negro y largo hasta los pies.
Mi piel era una rebanada de papel, mis ojos cruces azules.
Escribía en una máquina de escribir rosa, sentado en un puente, todos los sábados a la mañana.
Una noche veía a lo lejos, en lo hondo del mar, ahogarse a una estrella.
Desde ese día frecuentaba los relojes, mis ojos eran círculos y decidía escribir únicamente sobre papel dorado.



INVIERNO

El frío me pintaba las muñecas y la frente de gris azulado, me retorcía las venas con su mercurio.
El cielo era una herida inmensa sobre nosotros, sangrante de topacios.
Todo parecía hecho de tempera mojada, la piel nos brillaba como una tiza extraña.
El tiempo se movía como las corrientes de un río turbio.


JORNADA

Me despierto hecho un epistolario de fantasmas.
El café me traga en su negra pupila, soy un velero perdido naufragando en la cafeína.
No soy ciudadano ilustre de mi cuerpo, me rechaza como se rechaza un beso.
El corazón es una maraña de gritos, el humor una serpiente de cascabel.
Dedico el día entero a lavar mi melena con semifusas violetas.


ABANDONO

Caminaba sediento por el sendero rumbo a la fuente y escuché su voz llamándome.
Comenzaba a nevar, el cielo estaba envenenado de turquesa. La voz se volvía a cada paso más lejana y más antigua.
En cuánto llegué a la fuente me di vuelta.
Desde lejos parecía un cuervo y la nieve la iba enterrando cruda con una ternura bestial.


ACUARELA

Un lunes cualquiera me levanto de la cama, camino hasta el espejo, y me encuentro tristemente azul. Un azul intenso, de cielo sobre desierto.
El día transcurre lento como un velorio veraniego.
Camino azul por las callecitas de mi pueblo. Azul hasta el centro y azul hasta mi casa.
A la noche me destiño en mi cama, empapando de celeste las sábanas blancas.


De Llaves de papel, inédito, 2007-2011

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