lunes, 6 de mayo de 2019

COMO UNA AMANTE




COMO
UNA
AMANTE

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Amante no es lo segundo; es lo primero. Ahí donde va tu piel; va tu amante. Fuera de la asociación con lo clandestino: hablo de romance.


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“(…)
Habría que poder volver a asociar al arte a la potencia de lo sensible de la sinestesia (mezcla de sensaciones) y la morfógenesis (creación de formas) que producen la carne y el sentido del mundo. 
¿Cómo producir sentido o mundo desde lo sensible, desde lo que pasa en la carne, a través y entre las carnes y no desde una operación  racional dogmática y una hermenéutica sobrecodificante?
(…)” 1

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¿Qué es lo real?
A mi mirar: lo real es lo que hace mella en mí de eso que veo en una película. Es lo que me hiere. El punctum de Barthes. Lo que escapa a la codificación, al sentido estricto de la pieza, eso que me abre un tajo. Donde la carne se afecta.


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En Pasolini, en César Gonzalez, en Birri, son sobre todo los cuerpos de esxs sujetxs actuando.
Esos cuerpos que se enuncian a sí mismos y abren un más allá de la línea argumental. Un más acá material, concreto, específico (la forma en que se acomoda los anteojos de sol Graciela Borges en La Ciénaga).


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Como dice Lang; hay que apuntar no sólo al sentido sino a lo sentido.
Lo real de un audiovisual es el afecto que hace en este-territorio-mío-, lo que lleva a un estado de gracia; de expansión de la experiencia tempoespacial que resulta vital y amplifica nuestro ser en el mundo.



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Hacer fricción con la ficción, meterle los dedos en la boca, llevarla a un punto de inexactitud que abra derivas. No constituir una partitura cifrada por completo; no guiar a lxs espectadorxs de las narices (o desde el sexo). Guiarlos desde la boca, desde los muslos.


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Este recuerdo: siempre la mirada en el descentro de la trama. Nunca el interés puesto en el protagonista, sino en un personaje que aparecía sólo un momento y se iba, o en un borde de la cama donde dormía el personaje, o en el modo en que abría la ventana.
Nota realizativa: dar lugar a estas desviaciones, al deseo del ojo otro por fuera de la identificación arrasadora de la ‘psicología de los personajes’. A la ensoñación.



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“En lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte” Susan Sontag


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A la hora de escribir sobre un audiovisual que amé; dedicarme como un amante a intentar cifrar en palabras sensaciones. Torcerle el cuello al lenguaje para poder brindar un haz de luz sobre lo que destelló en mí. No en el significado, sino en la potencia de ese significante. No se habla del rostro amado en forma de definiciones
sino de asociaciones; para nombrarlo ese rostro nos demanda la poesía.


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Lo real es la espectadora.


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¿Cómo se puede hablar de recepción pasiva de una obra de arte? ¿Que es en fin el concepto de pasividad? El arte revincula con lo real en tanto logra atravesar a los cuerpos con afecciones sensibles potentes y subversivas; que abran una  experiencia novedosa, que sean materialmente otro uso del espacio y del tiempo.
Una experiencia que revitaliza, a la que hay que zambullirse. Atravesarse.
Una espectadora que atraviesa su sensibilidad con esa particularidad es tan activa como una amante.




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El movimiento no está en el coche que se desliza en la pantalla sino en el vértigo deseante de esa muchacha que se pierde en ese movimiento. La entrega del testigo, la carga. 
No obstante, tiene que estar el coche deslizándose para dar pie a ese
vértigo; tiene que estar el efecto coche-se-desliza-por-la-pantalla.


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Las obras audiovisuales como cajas de efectos, como telarañas de afectos. Más o menos ajustadas, más o menos precisas, interseccionadas, movedizas.


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“Tu cuerpo no es una palabra,
no miente ni
tampoco dice la verdad.
Solamente está acá
o no está acá.” 2



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Hay tanta actividad en la espectadora que por más que una película no se haya ocupado de generar derivas, de abrir espacios de fuga donde poder demorarse, herirse, engraciarse; ella los encuentra, los reviste, los alimenta.


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Eso que sucede cuando termina una película de Bresson: caminar con otra cadencia, acariciar cada objeto, un haz de luz sobre cada puerta, cajonera, papel.


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Algo que dice Rancière por ahí, su escena favorita de una película que luego al volver a verla no existe. Un artilugio del recuerdo. Hay que elogiar ese artificio -tan real-, el ensueño. La película que uno cuenta a un amigo, lo que dibuja el inconsciente o la mirada del otro o qué se yo.


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“Lo real es el lugar donde el mate circula” Osvaldo Lamborghini


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Después. Bajar la escalera, la pizza, la cara de tu amante, su mano en tu pierna, la calle mojada por la lluvia; y la invasión de esa obra audiovisual resonando en tus células, abriendo sitios indeterminables en tu columna, marcándote el paso, haciendo foco en algún color, en alguna luz, en el aire. Volviéndolo particular.
Respirás, caminás, te detenés.
Pura gracia: plenitud de lo real.





1 Silvio Lang, Por un arte erótico estratégico.
 Nota completa:
http://lobosuelto.com/?p=13486

2 Margaret Atwood, Power Politics.

Imágenes:
1) Iris Scaccheri por Susana Thénon
2) El diablo probablemente, Robert Bresson
3) La verdad, J.J. Lefebvre
4 y 5) El diablo probablemente, Robert Bresson
6) Crónica de un niño solo, Leonardo Favio


Artículo publicado originalmente 
en la Revista Pulsión N8 'Rozar lo real'

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